Bienvenid@s

El Movimiento Nacional y Popular se amalgamó con el peronismo: hombres, mujeres, clase obrera organizada, juventud (cuatro ramas).
Los compañeros me mostraron una forma de comunicarse por fuera de los aparatos, fortaleciendo el pensamiento con una militancia desconocida en otros tiempos: la 5@ Rama.
El movimiento bloguero que sale y dice, propone, discute, da la pelea cultural en ambientes restringidos, artesanalmente, casa por casa, contra los arsenales mediáticos.
Pasen y vean
Raúl Guevara

viernes, 15 de julio de 2011

Para leer resultados electorales.


Raúl Guevara

Los resultados de las elecciones porteñas y la vecindad de las próximas elecciones primarias en Tandil me han incitado a ofrecer unas herramientas simples que permiten leer los resultados de cualquier elección salteándose las explicaciones de los políticos involucrados y de los analistas a sueldo de las corporaciones mediáticas. El secreto está en tener todos los datos a la mano y desestimar los porcentajes que jamás nos pintan la realidad y ocultan todo el paisaje electoral.

De porteños y bonaerenses.

Desde la aplicación, en 1916, de Ley Saenz Peña (De voto masculino obligatorio), y por 80 años, los porteños no tuvieron oportunidad de elegir un Intendente o, como se llama desde entonces, un Jefe de Gobierno..

La oligárquica dirigencia de 1881 decidió escindir la ciudad capital de su propia Provincia para convertirse en sede del Gobierno Nacional por Ley 1029 de 1880. Lo hizo a cambio, entre otras cuestiones, de la deuda exterior que mantenía la provincia y que fue transferida a toda la Nación Argentina.

Desde entonces comenzó a tejerse una difusa identidad bonaerense que aún intenta despegarse de su “porteñidad” fundacional, especialmente en las localidades que están a más de 100 km de la Capital Federal. ¿Cómo explicarle a un cordobés, a un riojano, o a un formoseño que somos bonaerenses y que no somos porteños?

Simultáneamente las burbujeantes localidades vecinas, en incesante crecimiento poblacional, conformarán un conurbano que alterna entre la opulencia y las mayores pobrezas. Este conglomerado, este pesado cinturón de “ciudades dormitorio”, tiene una población que se asume porteña y vive de espaldas a lo que acontece en su propia comunidad, en sus municipios de crecimiento exponencial. Allí gozan de plenos derechos civiles. Sin embargo sus consumos culturales se referencian, especialmente, con lo que ocurre en la ciudad a la que asisten como compradores, como proveedores o como trabajadores productivos.

El extraño caso porteño y su ciudadanía de segunda.

Los porteños, hasta 1996, ni siquiera tenían la posibilidad, como pueblo, de equivocarse libremente respecto de sus gobernantes. No importaba si al país lo gobernaba un dictador o un presidente surgido de la voluntad popular. Siempre el Poder Ejecutivo Nacional les elegía el gobernante, con acuerdo del Senado de la Nación, que representa a todas las provincias. Es decir, los provincianos, por votación indirecta, elegían quien gobernaría a los porteños. Estos arrogantes ciudadanos de segunda, convencidos por Borges que descendían de los barcos y, por lo tanto, eran una suerte de europeos exiliados, no alcanzaban a percibir que hasta los más pobres países de África con apenas cuatro décadas de independencia eligen a sus gobernantes.

El porteño es, entonces, un ciudadano que está experimentando la posibilidad de elegir gobierno local hace sólo 15 años, está viviendo plenamente la ambivalencia de su “adolescencia ciudadana”, quiere ser como los grandes a los que admira: Italia, Francia, Gran Bretaña. Mira a los líderes que lo han marcado ideológicamente: Berlusconi, Sarkozy, Cameron. Identifica a muchos de sus vecinos y amigos con Homero Simpson, pero claro, él no es así. Sabe que Buenos Aires es más grande, más cosmopolita, pero le gusta imaginar que vive en una especie de Springfield, donde todos se conocen.

La política es un territorio por descubrir.

Los porteños no tiene partidos políticos tradicionales, no los hay, porque fueron innecesarios. Todo está por construirse, están en su etapa fundacional.

Creyeron durante 130 años que ellos son La Nación, y así llaman a sus medios de comunicación (“nacionales”), y así llamaron a su futbol local hasta hace pocas décadas. Están sinceramente convencidos que sus males son los males de toda la Argentina. Es así que para ellos son de la Argentina sus problemas de inseguridad, su falta de vivienda, la insuficiencia de de su sistema de transporte, el caos vehicular, su educación depreciada, la sobrepoblación de los servicios de salud y cuanta otra cosa localísima les ocurra. Ellos ya saben que el mercado no derrama riquezas para la redistribución, pero la vecindad es generosa a la hora de derramar jactancia. Son el ombligo de su propio mundo. Y son un ombligo grande que acumula una pelusa indeseable, irreverente, demandante, charlatana, altanera, “impresentable”… que en mucho se parece al “Pelusa” Maradona. Hasta esta pelusa okupa, villera, hacinada en conventillos siente su vanidosa porteñidad respecto de la “pobre gente que no vive en Capital”.

Una población orgullosa de su atractiva ciudad desprecia toda nueva inmigración empobrecida. El desprecio se acentúa si, además, el “inmigrante” es portador de “colores extraños”. No discrimina entre provincianos o latinoamericanos si son pobres. Tampoco puede, ni quiere- diferenciar la gama de inmigración oriental de nuevo cuño a quienes adosarán un apelativo de conjunto que puede ser “chino” o “coreano”. Para todos ellos el sentimiento explicitado consistentemente, de múltiples maneras, se resume en: “que se vuelvan a su país”. Mejor suerte correrán algunos europeos del este de migraciones recientes, corridos por la pobreza postcomunista, pero sólo porque les resulta más aceptable el color de su piel y, en muchos casos, su mayor instrucción. No comprenden, cuando se les da de beber su medicina, cómo es posible que en Europa se les aplique el colectivo despectivo “sudaca” que los hermana con bolivianos, paraguayos o dominicanos.

Elegir gobierno propio. Una experiencia para el siglo XXI

En un contexto de opulencia como la de Puerto Madero o Recoleta y de pobreza como la de la ya emblemática Villa 31 de Retiro, que distan poquísimas cuadras, el porteño vota, y experimenta. Sólo lo ha hecho cuatro veces desde que el Vasco Juan de Garay y sus 80 paraguayos vinieran a fundarlos.

En 1996, Fernando de la Rúa, no terminó su mandato. Renunció en 1999 para asumir como Presidente de la Nación. A juzgar por el comportamiento electoral de los porteños es probable que, de haber vuelto a postularse, hubiera sido reelecto como Jefe de Gobierno,

En 2000, Anibal Ibarra que luego fue reelecto.

En 2003, Anibal Ibarra, destituido en 2006.

En 2007, Mauricio Macri.

Para comprender los resultados electorales.

Es un procedimiento simple que me enseñó mi mamá cuando yo era muy pibe. Ella tenía apenas una escolaridad primaria rural, pero una militancia obrera impecable. Me explicó como "habíamos" ganado las elecciones de 1963 sin aparato electoral, y proscriptos, "con tiza y con carbón, las mujeres con Perón" relataba su consigna en tiempos de la Resistencia Peronista.

Me mostró una revista tipo tabloide, llena de fotos, que podría ser "Así" o "Ahora" y que conservé por mucho tiempo. Total de votantes 11.343.593, eso era el 100 % del pueblo argentino habilitado para votar, pero el peronismo estaba prohibido.

Con los números en la mano me hizo ver que sumaban 2.058.131 los votos en blanco (más los anulados por los insultos que contenían contra el fraude) y los que no fueron a votar eran 1.633.477. En total sumaban 3.691.608, un 32,54 % del total que llenaron de ilegitimidad a Arturo Illia, aquel demócrata sin demos, que aceptaba una democracia sin libertad para el pueblo, con ciudadanos de primera que podían presentar sus “democráticos” partidos y con censura de las mayorías. La UCR obtuvo entonces 2.441.064, esos votos eran el 21,51 % del padrón.

Aplicar esa herramienta a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Veamos como quedan los porcentajes si consideramos a todos los ciudadanos habilitados Y tomamos en consideración a los 720.035 que no quisieron votar. Los datos definitivos de las últimas elecciones, realizadas el 10 de julio de 2011 son los siguientes:



HABILITADOS PARA VOTAR

2.482.868

100,0%

VOTOS POSITIVOS

1.762.833

71,0%

MAURICIO MACRI - Propuesta Republicana (PRO)

830.016

33,4%

NO VOTARON

720.035

29,0%

FILMUS - Frente para la Victoria (FPV)

489.760

19,7%

SOLANAS - Proyecto Sur

225.917

9,0%

ESTENSSORO - Coalición Cívica (CC)

58.483

2,3%

GIUDICI - Unión Cívica Radical (UCR)/ Frente Juntos por la Ciudad

36.372

1,5%

TELERMAN - Frente Progresista por Buenos Aires

31.002

1,2%

ZAMORA - Autodeterminación y Libertad (AyL)

25.886

1,0%

LOPEZ MURPHY - Autonomista

24.834

1,0%

EN BLANCO

22.543

0,9%

NULOS

14.771

0,5%

CASTRILLI - Acción Ciudadana

13.728

0,4%

BREGMAN - F. de Izquierda y de los Trabajadores

13.643

0,4%

TODESCA - Movimiento de Integración y Desarrollo(MID)

5.097

0,2%

BIONDINI - Alternativa Social

3.429

0,1%

ROJAS - Movimiento Avanzada Socialista (MAS)

2.588

0,0%

RECURRIDOS E IMPUGNADOS

2.142

0,0%

PIRAGINI - Frente de los Ciudadanos

2.078

0,0%


Creo que hay una trampa en la forma de medir los resultados electorales. Sirven siempre para ningunear a los que deciden no votar. Yo tomo el total de electores habilitados y explico cual es su lugar en la grilla total.

No deberíamos desestimar a los que hacen resonar su silencio con la ausencia en las urnas desde hace ya muchas elecciones. Hay algo de la vieja política que todas las fuerzas tienen y espantan a los electores. En Buenos Aires son 720.035, un 29 % de desinteresados, desencantados, frustrados, desanimados, indolentes, individualistas que creen que no es posible encontrar soluciones colectivas y cree que puede realizarse sólo aunque la comunidad no se realice. Quizá también se trate de aguerridos contrahegemónicos que detestan esta forma indirecta e imperfecta de representación que tenemos. El desafío es recuperar la confianza en la democracia, en que el pueblo puede gobernar y que la participación de cada uno es ciertamente un bien en sí, una meta deseable de todo defensor de la democracia y la participación.

Mirando el ombligo tandilero.

Las cifras se parecen, aunque se diferencien los escenarios. Los guarismos resultan muy similares a lo que ocurrió en Tandil en las últimas elecciones. La antipolítica ha sido un hecho cultural, estimulado por los medios y los grupos de poder durante las últimas dos décadas. Entiendo que un trabajo que pueda revertir esta situación debe centrarse en los que no fueron a votar. Si no es ahora será en la próxima, pero dejemos para otra nota una mirada más local.

3 comentarios:

  1. Exacto lo de ir a votar.
    Por eso, cuando recalco que en el 2007 debería haber habido segunda vuelta porque CFK no llegaba ni al 32 % me querían matar, je, je, je...
    Un abrazo.

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  2. Lo que al principio intenta ser un análisis histórico mas o menos interesante; termina convirtiéndose en un sumatoria de clichés respecto a los porteños. Por cierto la mayoría negativos e infundados. Se pretende acusar al porteños de sesgado, individualista, xenófobo; y se termina cayendo en la misma actitud que se le atribuye a los que viven de la panamericana hacia dentro. Causa jocosa sorpresa acusar de adolescentes a los votantes porteños, porque en su "rebeldía" no votan en consonancia a lo que desde un pensamiento hegemónico se considera lo correcto. Tomó igualmente la metáfora de la juventud y siguiendo la línea argumental de Guevara diríamos que los habitantes de determinadas provincias peronistas, o inclusive la Neuquén de los Sapag, son ciudadanos más maduros porque hace más de varias décadas vienen votando el mismo partido. Es claramente un absurdo. Antes que descalificar y subestimar el voto de una amplía cantidad de gente contraria a este modelo de gobierno, podría hacerse una autocrítica respecto en que se falló al realizar la campaña el gobierno que no pudo seducir a estos amplios sectores que no lo votaron.

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  3. Interesante la caracterización de la sociedad de la capital federal. Su indolencia es tan grande que , junto con una aceptación generalizada, dividieron discursivamente el país en dos: "nosotros" y "el interior". Cuando uno está en "el interior" no dice me voy a exterior si no a Bs As o a la capital ¿sería injusto decir el exterior?
    No deja de ser una paradoja que el candidato que rompió record de aceptación entre los votantes que votan tenía por consigna VOS SOS BIENVENIDO y él no es porteño. Yo pensé que las bienvenidas las daba el local al extranjero pero en ese rioba parece que es alverre.
    Finalmente me parece controversial el término antipolítica porque tal como queda planteado el ausentismo es una acción política. Considero que podemos hablar de antipolíticos o de anticrítica. En español juntamos en una sola palabra la política y las políticas y eso complica el análisis.

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