Bienvenid@s

El Movimiento Nacional y Popular se amalgamó con el peronismo: hombres, mujeres, clase obrera organizada, juventud (cuatro ramas).
Los compañeros me mostraron una forma de comunicarse por fuera de los aparatos, fortaleciendo el pensamiento con una militancia desconocida en otros tiempos: la 5@ Rama.
El movimiento bloguero que sale y dice, propone, discute, da la pelea cultural en ambientes restringidos, artesanalmente, casa por casa, contra los arsenales mediáticos.
Pasen y vean
Raúl Guevara

lunes, 25 de julio de 2011

Primera Fuerza Política


¿Triunfa “Que se vayan todos”?
Provincia De Santa Fe: un espejo donde mirarse.
§                                  
§                                 Raúl Guevara
§                                  
§                                 La constatación de que la primera fuerza política de Santa Fe está constituida por la Abstención más los Votos en Blanco y los que Invalidaron su voto es un hecho relevante. En pocas semanas dos de los más importantes distritos electorales dan un llamado de atención a la dirigencia política argentina.

§                                 Estos son los resultados de las elecciones para gobernador en la Provincia de Santa Fe del 24 de julio de 2011

Partido
FÓRMULA
Votos
%
Total de Electores
2.437.901
100,00
Total de votos emitidos
1.825.837
74,89
ABSTENCIÓN
v     Votos en Blanco
v     Votos Anulados
v     Votos Recurridos
v     Votos Impugnados
v     Votos Electores Observados
v     Votos No Consignados

612.064
42.006
74.547
294
464
695
5.972
25,11
1,72
3,06
0,01
0,02
0,03
0,24
Total de NO VOTO

736.042
30,19
FRENTE PROGRESISTA, CIVICO Y SOCIAL
Bonfatti , Antonio Juan
674.239
27,65
UNION PRO FEDERAL
Torres,  Miguel Ignacio
612.208
25,11
FRENTE SANTA FE PARA TODOS
Rossi,  Agustin Oscar
387.162
15,88
PARTIDO OBRERO
Blanco,  Carlos Alberto M.
11.185
0,46
MOV. INDEPENDIENTE, JUSTICIA Y DIGNIDAD
Castells,  Raul Anibal
8.957
0,36
PARTIDO AUTONOMISTA
Yerbe,  Carlos
4.863
0,20
Votos Fuerza de Seguridad
3.245
0,13

Los que no eligen a ninguno de los candidatos son, en Santa fe, la Primera Fuerza Política, son 736.042 ciudadanos.

¿Qué está queriendo decir este pueblo que no se expresa en las urnas o lo hace votando en blanco, o invalidando su voto?

Impacta ver el porcentaje que se manifiesta abiertamente  dando la espalda al sistema electoral, a la democracia partidocrática, a los aparatos burocráticos y a las operaciones de prensa.
Este fenómeno se observa en sociedades industrializadas imperialistas, donde los que no votan no se hacen demasiado problema ya que el sistema funciona sobre el hambre y las calamidades de los pueblos sometidos por sus grupos de poder. Los pueblos dependientes, como el nuestro, se hallan irremediablemente endeudados con ellos por varias generaciones. 
El voto en esos países del primer mundo es voluntario.  Veamos cuantos ni se molestan en votar en algunos de esos países: Estados Unidos 38 %, Gran Bretaña 35 %, Japón 31 %.

En la “city” porteña.

En la ciudad de Buenos Aires fueron el 30,4 % los que rechazaron el sistema eleccionario o a sus candidatos.  Son 720.035 los que ni se acercaron a las urnas y otros 37.314 que invalidaron su voto o votaron en blanco.  Juntos son la Segunda Fuerza Electoral allí.  Son la inexcusable razón de ser del ballotage.

Santa Fe de la VERA CRUZ

¿Y los 612.208 que votaron una ausencia de proyecto político expreso en Santa Fe? Es decir, votaron a un actor cómico que hizo su campaña basándose en su popularidad para hacer reír.  Su proyecto más osado era trasmitir esperanza.  Afirmando alguna verdad que apuntara al consenso, sobre virtudes deseables, el destino, la salida individual, el pragmatismo, la viveza “criolla”, una forma de picardía ventajera, de malicia  que puede asociarse más a la travesura que a la maldad.  En la cultura popular siempre hay lugar tanto para la esperanza como para la fatalidad.  La esperanza es un concepto esencialmente conservador, asociado a un destino irreversible, que podría torcerse más por obra del azar que por la obra militante de un pueblo con conciencia.
Primera conclusión, las dictaduras no fueron infructuosas.  La censura y la persecución política son sólo un elemento concomitante. No es el miedo lo que triunfa. Es el hastío.  El hartazgo de viejas fórmulas y la vacuidad mediática.  El percutor de la ametralladora antidemocrática ayuda a vaciar de pueblo a la democracia representativa.
Desde 1983 nos hemos contentado con esa democracia de un pueblo que no participa, que sólo vota, que sólo sale en situaciones extremas, acorralado.  No educamos en la democracia y ya no podemos endilgar responsabilidades en las dictaduras por ello.  Sin embargo, el triunfo político es de los grupos hegemónicos que las sostuvieron.  Cosechan, hoy, el fruto de su combate cultural.  “Que se vayan todos” parece zumbar al mirar los resultados electorales.
En Buenos Aires el 67 % y en Santa Fe el 72 % de los ciudadanos habilitados para votar podrán afirmar legítimamente “yo no los voté”. Porque los triunfadores Macri (33 %) y Bonfatti (28 %) llegan sin ese respaldo.

Llenar la democracia de “demos”.

Estamos como en Senegal, donde no votan el 29,5 % de los habitantes habilitados, pero con la diferencia de que allí el voto no es obligatorio.
Bolivia es, quizá, el ejemplo electoral a seguir, allí el 15 % de los ciudadanos no van a votar, no tienen obligación de hacerlo, sin embargo el 85 % ejerce su derecho con conciencia democrática.  No sólo sería un ejemplo a observar desde los votantes, sino desde los candidatos. Todo nos dice que ellos han encontrado la forma de comprender a la sociedad y que aquí, entre nosotros, los grupos hegemónicos han acertado en los mecanismos para que los votantes se sientan cada vez menos involucrados.
El pueblo argentino está haciendo resonar su silencio. Su abstención militante repica en las organizaciones políticas.   Algo no se está haciendo bien.
No se puede descansar en lo que se hace bien desde el Gobierno Nacional. 
En cada provincia, en cada intendencia, es necesario dejar en claro de qué lado se está y expresarlo con proyectos concretos para cada lugar.  Necesitamos conductores tácticos, representantes políticos de cada pueblo.  Hay que descartar el plantel de cadetes traen el sobre con el subsidio y salen en la foto como “gestores”. Estos cadetes con dietas de concejales, diputados, senadores, intendentes o gobernadores constituyen una fauna de “levantamanos” veletas que desaparecerán cuando los vientos cambien. La historia reciente es prolífica en ejemplos.
Nadie gana elecciones prometiendo recursos que conseguirá del gobierno nacional “si gana”.  Se propone así una suerte de democracia “delegativa” que reemplaza la representatividad popular por la delegación de funciones “de gestión”.  Es una táctica extorsiva que ya se ha depreciado y es una navaja de doble filo porque hace entrever que es mejor tener un gobierno local “del palo”.  Su utilización reiterada atenta contra la integridad moral de un gobierno que redistribuye la renta de manera expansiva, a los amigos y a los adversarios.
Debe preocupar esta desvinculación militante que instaló el liberalismo “dejar hacer- dejar pasar” que constituye una especie de cheque en blanco.  De aval a la nada. Un voto activo por la antipolítica farandulesca.  Los que no votan no son los que se olvidaron de hacerlo, los desinformados, son los que se ufanan de ese activismo “antipolítica”.  Lo viven sin culpa, casi como una gracia o una ironía inquietante.  Todo es igual, nada es mejor, como dice el tango.  Pero no es una expresión clasemediera. Atraviesa la sociedad longitudinalmente.  La alienación cultural deja perplejo a sociólogos y  politólogos.  El liberalismo nos muestra su perfil más estridente.  El individualismo, el encogimiento de hombros, el “que me importa…”, “si total…”, incluso algún viso progre al estilo de “yo soy antisistema”, o la sublimación de una ética -de la que se carece- señalando “este es un país de corruptos” afirmación desde alguna estratósfera imaginaria que deja fuera al aseverador.
No importa el Proyecto Nacional si en cada distrito electoral no se milita su concreción y se disputa, con los administradores, el derecho a concretarlo en el llano.  De nada valen las fotos de Nestor o Cristina si en el territorio nadie se hace cargo de visitar casa por casa a los votantes.  Es necesario disminuir los “Men in Black” con chofer y aumentar las alpargatas en el barrio.
Por último, una frase del gran conductor, el que nunca perdió elecciones:

“Los políticos demoliberales burgueses son precisamente fuertes en sus bufetes y en las transacciones políticas electoralistas.  Donde son débiles es en la calle. Es allí, precisamente, donde debemos darles la batalla. Todos los triunfos del Peronismo se han ganado en la calle y no en los comités ni en los bufetes de los dirigentes.  Abandonar esa táctica es renunciar deliberadamente al factor de nuestra mayor fuerza” Juan Perón 2/12/1971

(Al parecer más conocido por extraños que por propios, ya que en la calle presentan batallas y las ganan)

viernes, 15 de julio de 2011

Para leer resultados electorales.


Raúl Guevara

Los resultados de las elecciones porteñas y la vecindad de las próximas elecciones primarias en Tandil me han incitado a ofrecer unas herramientas simples que permiten leer los resultados de cualquier elección salteándose las explicaciones de los políticos involucrados y de los analistas a sueldo de las corporaciones mediáticas. El secreto está en tener todos los datos a la mano y desestimar los porcentajes que jamás nos pintan la realidad y ocultan todo el paisaje electoral.

De porteños y bonaerenses.

Desde la aplicación, en 1916, de Ley Saenz Peña (De voto masculino obligatorio), y por 80 años, los porteños no tuvieron oportunidad de elegir un Intendente o, como se llama desde entonces, un Jefe de Gobierno..

La oligárquica dirigencia de 1881 decidió escindir la ciudad capital de su propia Provincia para convertirse en sede del Gobierno Nacional por Ley 1029 de 1880. Lo hizo a cambio, entre otras cuestiones, de la deuda exterior que mantenía la provincia y que fue transferida a toda la Nación Argentina.

Desde entonces comenzó a tejerse una difusa identidad bonaerense que aún intenta despegarse de su “porteñidad” fundacional, especialmente en las localidades que están a más de 100 km de la Capital Federal. ¿Cómo explicarle a un cordobés, a un riojano, o a un formoseño que somos bonaerenses y que no somos porteños?

Simultáneamente las burbujeantes localidades vecinas, en incesante crecimiento poblacional, conformarán un conurbano que alterna entre la opulencia y las mayores pobrezas. Este conglomerado, este pesado cinturón de “ciudades dormitorio”, tiene una población que se asume porteña y vive de espaldas a lo que acontece en su propia comunidad, en sus municipios de crecimiento exponencial. Allí gozan de plenos derechos civiles. Sin embargo sus consumos culturales se referencian, especialmente, con lo que ocurre en la ciudad a la que asisten como compradores, como proveedores o como trabajadores productivos.

El extraño caso porteño y su ciudadanía de segunda.

Los porteños, hasta 1996, ni siquiera tenían la posibilidad, como pueblo, de equivocarse libremente respecto de sus gobernantes. No importaba si al país lo gobernaba un dictador o un presidente surgido de la voluntad popular. Siempre el Poder Ejecutivo Nacional les elegía el gobernante, con acuerdo del Senado de la Nación, que representa a todas las provincias. Es decir, los provincianos, por votación indirecta, elegían quien gobernaría a los porteños. Estos arrogantes ciudadanos de segunda, convencidos por Borges que descendían de los barcos y, por lo tanto, eran una suerte de europeos exiliados, no alcanzaban a percibir que hasta los más pobres países de África con apenas cuatro décadas de independencia eligen a sus gobernantes.

El porteño es, entonces, un ciudadano que está experimentando la posibilidad de elegir gobierno local hace sólo 15 años, está viviendo plenamente la ambivalencia de su “adolescencia ciudadana”, quiere ser como los grandes a los que admira: Italia, Francia, Gran Bretaña. Mira a los líderes que lo han marcado ideológicamente: Berlusconi, Sarkozy, Cameron. Identifica a muchos de sus vecinos y amigos con Homero Simpson, pero claro, él no es así. Sabe que Buenos Aires es más grande, más cosmopolita, pero le gusta imaginar que vive en una especie de Springfield, donde todos se conocen.

La política es un territorio por descubrir.

Los porteños no tiene partidos políticos tradicionales, no los hay, porque fueron innecesarios. Todo está por construirse, están en su etapa fundacional.

Creyeron durante 130 años que ellos son La Nación, y así llaman a sus medios de comunicación (“nacionales”), y así llamaron a su futbol local hasta hace pocas décadas. Están sinceramente convencidos que sus males son los males de toda la Argentina. Es así que para ellos son de la Argentina sus problemas de inseguridad, su falta de vivienda, la insuficiencia de de su sistema de transporte, el caos vehicular, su educación depreciada, la sobrepoblación de los servicios de salud y cuanta otra cosa localísima les ocurra. Ellos ya saben que el mercado no derrama riquezas para la redistribución, pero la vecindad es generosa a la hora de derramar jactancia. Son el ombligo de su propio mundo. Y son un ombligo grande que acumula una pelusa indeseable, irreverente, demandante, charlatana, altanera, “impresentable”… que en mucho se parece al “Pelusa” Maradona. Hasta esta pelusa okupa, villera, hacinada en conventillos siente su vanidosa porteñidad respecto de la “pobre gente que no vive en Capital”.

Una población orgullosa de su atractiva ciudad desprecia toda nueva inmigración empobrecida. El desprecio se acentúa si, además, el “inmigrante” es portador de “colores extraños”. No discrimina entre provincianos o latinoamericanos si son pobres. Tampoco puede, ni quiere- diferenciar la gama de inmigración oriental de nuevo cuño a quienes adosarán un apelativo de conjunto que puede ser “chino” o “coreano”. Para todos ellos el sentimiento explicitado consistentemente, de múltiples maneras, se resume en: “que se vuelvan a su país”. Mejor suerte correrán algunos europeos del este de migraciones recientes, corridos por la pobreza postcomunista, pero sólo porque les resulta más aceptable el color de su piel y, en muchos casos, su mayor instrucción. No comprenden, cuando se les da de beber su medicina, cómo es posible que en Europa se les aplique el colectivo despectivo “sudaca” que los hermana con bolivianos, paraguayos o dominicanos.

Elegir gobierno propio. Una experiencia para el siglo XXI

En un contexto de opulencia como la de Puerto Madero o Recoleta y de pobreza como la de la ya emblemática Villa 31 de Retiro, que distan poquísimas cuadras, el porteño vota, y experimenta. Sólo lo ha hecho cuatro veces desde que el Vasco Juan de Garay y sus 80 paraguayos vinieran a fundarlos.

En 1996, Fernando de la Rúa, no terminó su mandato. Renunció en 1999 para asumir como Presidente de la Nación. A juzgar por el comportamiento electoral de los porteños es probable que, de haber vuelto a postularse, hubiera sido reelecto como Jefe de Gobierno,

En 2000, Anibal Ibarra que luego fue reelecto.

En 2003, Anibal Ibarra, destituido en 2006.

En 2007, Mauricio Macri.

Para comprender los resultados electorales.

Es un procedimiento simple que me enseñó mi mamá cuando yo era muy pibe. Ella tenía apenas una escolaridad primaria rural, pero una militancia obrera impecable. Me explicó como "habíamos" ganado las elecciones de 1963 sin aparato electoral, y proscriptos, "con tiza y con carbón, las mujeres con Perón" relataba su consigna en tiempos de la Resistencia Peronista.

Me mostró una revista tipo tabloide, llena de fotos, que podría ser "Así" o "Ahora" y que conservé por mucho tiempo. Total de votantes 11.343.593, eso era el 100 % del pueblo argentino habilitado para votar, pero el peronismo estaba prohibido.

Con los números en la mano me hizo ver que sumaban 2.058.131 los votos en blanco (más los anulados por los insultos que contenían contra el fraude) y los que no fueron a votar eran 1.633.477. En total sumaban 3.691.608, un 32,54 % del total que llenaron de ilegitimidad a Arturo Illia, aquel demócrata sin demos, que aceptaba una democracia sin libertad para el pueblo, con ciudadanos de primera que podían presentar sus “democráticos” partidos y con censura de las mayorías. La UCR obtuvo entonces 2.441.064, esos votos eran el 21,51 % del padrón.

Aplicar esa herramienta a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Veamos como quedan los porcentajes si consideramos a todos los ciudadanos habilitados Y tomamos en consideración a los 720.035 que no quisieron votar. Los datos definitivos de las últimas elecciones, realizadas el 10 de julio de 2011 son los siguientes:



HABILITADOS PARA VOTAR

2.482.868

100,0%

VOTOS POSITIVOS

1.762.833

71,0%

MAURICIO MACRI - Propuesta Republicana (PRO)

830.016

33,4%

NO VOTARON

720.035

29,0%

FILMUS - Frente para la Victoria (FPV)

489.760

19,7%

SOLANAS - Proyecto Sur

225.917

9,0%

ESTENSSORO - Coalición Cívica (CC)

58.483

2,3%

GIUDICI - Unión Cívica Radical (UCR)/ Frente Juntos por la Ciudad

36.372

1,5%

TELERMAN - Frente Progresista por Buenos Aires

31.002

1,2%

ZAMORA - Autodeterminación y Libertad (AyL)

25.886

1,0%

LOPEZ MURPHY - Autonomista

24.834

1,0%

EN BLANCO

22.543

0,9%

NULOS

14.771

0,5%

CASTRILLI - Acción Ciudadana

13.728

0,4%

BREGMAN - F. de Izquierda y de los Trabajadores

13.643

0,4%

TODESCA - Movimiento de Integración y Desarrollo(MID)

5.097

0,2%

BIONDINI - Alternativa Social

3.429

0,1%

ROJAS - Movimiento Avanzada Socialista (MAS)

2.588

0,0%

RECURRIDOS E IMPUGNADOS

2.142

0,0%

PIRAGINI - Frente de los Ciudadanos

2.078

0,0%


Creo que hay una trampa en la forma de medir los resultados electorales. Sirven siempre para ningunear a los que deciden no votar. Yo tomo el total de electores habilitados y explico cual es su lugar en la grilla total.

No deberíamos desestimar a los que hacen resonar su silencio con la ausencia en las urnas desde hace ya muchas elecciones. Hay algo de la vieja política que todas las fuerzas tienen y espantan a los electores. En Buenos Aires son 720.035, un 29 % de desinteresados, desencantados, frustrados, desanimados, indolentes, individualistas que creen que no es posible encontrar soluciones colectivas y cree que puede realizarse sólo aunque la comunidad no se realice. Quizá también se trate de aguerridos contrahegemónicos que detestan esta forma indirecta e imperfecta de representación que tenemos. El desafío es recuperar la confianza en la democracia, en que el pueblo puede gobernar y que la participación de cada uno es ciertamente un bien en sí, una meta deseable de todo defensor de la democracia y la participación.

Mirando el ombligo tandilero.

Las cifras se parecen, aunque se diferencien los escenarios. Los guarismos resultan muy similares a lo que ocurrió en Tandil en las últimas elecciones. La antipolítica ha sido un hecho cultural, estimulado por los medios y los grupos de poder durante las últimas dos décadas. Entiendo que un trabajo que pueda revertir esta situación debe centrarse en los que no fueron a votar. Si no es ahora será en la próxima, pero dejemos para otra nota una mirada más local.