Bienvenid@s

El Movimiento Nacional y Popular se amalgamó con el peronismo: hombres, mujeres, clase obrera organizada, juventud (cuatro ramas).
Los compañeros me mostraron una forma de comunicarse por fuera de los aparatos, fortaleciendo el pensamiento con una militancia desconocida en otros tiempos: la 5@ Rama.
El movimiento bloguero que sale y dice, propone, discute, da la pelea cultural en ambientes restringidos, artesanalmente, casa por casa, contra los arsenales mediáticos.
Pasen y vean
Raúl Guevara

sábado, 17 de julio de 2010

A favor del matrimonio entre cristianos


Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre cristianos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El cristianismo no es una enfermedad. Los cristianos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos, buzos, astronautas u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas cristianas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de las costumbres de algunos cristianos, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar. Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre cristianos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual religioso y un sacramento ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por las Iglesias, algunos podrían considerar que permitir que los cristianos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo legítimo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias cristianas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma no es más que una manera un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre cristianos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente sobre el que mi opinión, espero, no resulte demasiado radicalizada: también estoy a favor de permitir que los cristianos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguien responda con exclamaciones del tipo “¿Cristianos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse cristianos!”.

Veo ese tipo de críticas y respondo: si bien es cierto que los hijos de cristianos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en cristianos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática, la actividad subacuática, la astronomía, o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los cristianos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres cristianos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar cristiano sea una influencia negativa para el niño ni que, aún asistiendo a escuelas cristianas y por haber sido criado en un ambiente así, un niño termine siendo un fervoroso cristiano (todo lo contrario: no son pocos los casos de agnósticos, ateos, budistas, feministas, materialistas, comunistas, violadores, perversos, psicópatas, subversivos, torturadores, ladrones y estafadores que provienen de hogares cristianos). Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los cristianos tanto el matrimonio, como la adopción y hasta el divorcio.

Exactamente igual que a los informáticos, los buzos, los astronautas y a los homosexuales.

NOTA: este texto, aunque metí mano en él me llegó de un amigo por internet, que desligó autoría pero reconoció haber puesto mano en el texto original que ya no sabremos de quien es.